Juan Villoro (1956), escritor y periodista, es de los más reconocidos y seguidos autores mexicanos de las últimas décadas. A raíz de la publicación de otra de sus novelas el autor dijo «La literatura permite una reconciliación crítica con un mundo imperfecto» si es por eso La tierra de la gran promesa es un intento por reconciliarse con el Mexico de hoy, salvajemente inseguro pero, a la vez, propio, vernáculo y eterno.
Diego González es un cineasta mexicano, cincuentón, que habla dormido. Sus pesadillas y monólogos nocturnos son la expresión de sus temores, de historias ocultas, pecados no confesados, es la angustia de décadas … aparentemente superadas … pero no tanto.
Refugiado con su pareja, mucho más joven que él, en Barcelona, Diego intenta huir de la inseguridad y la amenaza. Su suegro fue secuestrado recientemente y él es señalado como el responsable de la captura de un célebre líder narco, el miedo lo cerca y le quita, literalmente, el sueño.
Pero más que un refugiado Diego es un artista, un documentalista formado en al academia mexicana y sus miedos personales están en conflicto con su capacidad creadora. Ese es el telón de fondo para esta interesante novela de Villoro. Es la vida personal, indefensa, frente a una realidad pública que te cerca e impide crecer. El arte es escape… evasión, liberación… pero Diego no puede echar mano de eso para superar su frustración, el pasado y el presente posponen su creatividad.
Villoro nos entrega una novela que narra las vicisitudes de un artista encerrado en lo que más ama, a partir de sus errores y pecados, de lo que calla y lo que olvidó … hasta que aparece en los gritos o los murmullos de sus sueños.
Quizo estar con ustedes – siguió Susana- , pero no lo aceptaron. Anaya reprobó el examen del CUEC, que era dificilísimo de pasar, pero de todos modos iba de oyente a tu salón, se hizo pasar por alumno hasta que Luis Jorge Rojo lo ridiculizó.
– Rojo no hacía eso, era de puta madre.
– No es lo que Anaya vivió o sintió. Algo dijo que lo humilló y luego estuvo lo de la Cineteca. Quiso in contigo al incendio, se iba a subir al coche del maestro Rojo, y tu lo bajaste.
-No lo bajé! Me acordaría de eso
– Le dijiste que tomara un taxi, no tenía dinero y le prestaste.
-Eso hice?
-Eso hiciste
-Y qué pasó?
-Lo humillaste
Podía ser esa una de las miles de anécdotas sepultadas por el olvido? No recordaba a todos los que, alguna vez le habían metido un gol en la liga del Ajusco. Tampoco a los que alguna vez les prestó un billete. Por si acaso, se justificó.
-Si él no tenía lana y le presté para el taxi. Cuâl es la bronca?
-Quería ir con ustedes, formar parte del grupo. Se podían apretujar. No hay nada más mexicano que eso, seis güeyes en un Vocho (La tierra de la gran promesa, Juan Villoro. 2021)