Las crónicas de todos los tiempos registran el valor de la palabra empeñada. Sin duda que el cumplimiento de los compromisos y el respeto a los acuerdos son un pilar ético fundamental de nuestra forma de vida, desde tiempos inmemoriales.
Por ahí escuché, también, que la única posesión que los hombres y mujeres poseíamos era nuestra honra. Que la deshonra era la principal lesión que podíamos sufrir, un golpe certero del que era muy difícil sanar.
No cumplir la palabra es caer en deshonra, salir ileso después de eso, es imposible.
El desconocimiento de la derecha del Acuerdo Administrativo del Senado, por el total de 4 años que dura la legislatura, lesiona la confianza democrática y echa por los suelos la imagen de seriedad que ganó esa corporación cuando arribó tal acuerdo.
El Acuerdo se convirtió en una luz de esperanza en medio de un país convulso, atribulado por las tormentas políticas, con liderazgos gastados y otros aún no suficientemente consolidados.
Garantizar la estabilidad y gobernabilidad, entre las distintas fuerzas representadas en el Senado, permitía una discusión de una naturaleza distinta en ese espacio, donde se encontraba, además, un lugar donde lograr consensos de largo plazo.
Gran parte de este acuerdo nació del empate entre las fuerzas progresistas y la derecha (en 25 senadores cada uno), es cierto, pero más allá de tales guarismos la construcción de un consenso de la envergadura que resultó era un bien político superior que le daba un plus a nuestra demcracia.
Todo eso se perdió el momento en que la UDI y Demócratas se la jugaron por sacar provecho de un hecho menor, esto es que dos senadores de la DC hayan transitado desde su partido a la derecha. El cambio en la correlación de fuerzas es una cuestión circunstancial, que no debió arrastrar a estos actores a romper su palabra, a dejar de pensar en los grandes temas país y hacer pesar la calculadora electoral.
A la luz de los hechos las promesas hechas por la UDI al principio de la legislatura no parecen sino una vulgar charada, el oportunismo que los movió a desconocer el acuerdo los devela en sus convicciones, en su ética y naturaleza.