La facilidad con la que se instalan y difunden las fake news pasa por el descrédito de los medios de comunicación. Su falta de independencia editorial, el control de ellos por parte de los avisadores o su opción por hacer periodismo de trinchera, merman la confianza en su labor

Instalada la desconfianza y sospecha respecto a los contenidos de los medios de comunicación se produce el transitar de la audiencia hacia las redes sociales o plataformas colaborativas de información. En ellas el éxito de los creadores se basa en «mostrar lo que otros esconden»

Apelando justamente a «lo que no quieren que sepas«. La información, entonces, se rige por esta premisa, a merced del espectáculo y en manos de personas que no tienen, necesariamente, idea de ética periodística.

La mejor forma de evitar las fake news es fortalecer los medios de comunicación, garantizando su florecimiento y diversidad; incluso con la existencia de programas de apoyo estatal diseñados de tal forma que no exista control de contenidos.

Pero también pasa porque las escuelas de periodismo asuman esta realidad y ejerzan presión por garantizar el ejercicio de la profesión en una ambiente de diversidad y libertad de opinión. Misma tarea para el colegio de la orden.

El lugar más fértil para las Fake News es la desinformación y la ilegitimidad de las instituciones. En tiempos en donde ignorancia está validada «por la libertad de opinión«. Requerimos de medios de comunicación sólidos y reconocidos por la certeza y rigurosidad de su labor.

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