Cuando niños la vida se reducía a bandoleros y superhéroes. Los buenos tenían superpoderes, eran rápidos, siempre estaban dispuestos a cualquier hora, para defender las nobles causas de la humanidad, mientras los malos eran la mayoría de las veces, feos, sin escrúpulos, ambiciosos y sin una sola gota de humanidad. A pesar de las duras batallas, en nuestra infancia siempre triunfaron los buenos. Los malos, tenían poderes, que siendo a veces superiores a los de nuestros superhéroes no alcanzaban para conseguir la victoria.

A algunos más tarde, a otros más temprano, la vida nos fue mostrando que como dice el cantautor Jorge drexler “loa vida es más compleja de lo que parece”. Todos hemos conocido personas que se ubican en ese espacio de la bondad y que de pronto nos sorprenden con oscuridades tormentosas y clásicos antagonistas de teleserie que como dice Violeta Parra “el amor los vuelve puros y sinceros”. Reducir todo a buenos y malos funciona en las historietas y en las clásicas teleseries mexicanas (las de Sabatini siempre fueron más complejas) pero no en la vida real.

En las recientes elecciones, algunos quisieron transformar Santiago en ciudad gótica, donde el candidato de Unidad constituyente era una especie de criminal aristocrático que llevaba 30 años gobernando y la oponente, una batichica que lucharía para dejar la Región metropolitana funcionando sin individualismo, con seguridad en las calles, flores y paz. Una elección entre un Santiago del pasado y un Santiago donde los malos de siempre recibirían la última estocada de la heroína. Un nuevo edén se venía en camino.

Los resultados mostraron que la campaña de poner a Claudio Orrego como el Pingüino y a Karina Oliva como la Batichica no funcionaron. Fundamentalmente porque las últimas semanas fueron mostrando que la superpoderosa chica del frente amplio, tenía grises y oscuros igual que la mayoría de quienes están en política y que la técnica fascista de borrar el pasado no es posible en estos tiempos. La foto de Orrego siendo detenido por la policía en los tiempos de Pinochet derribaba otra de las mentiras que salieron desde la vereda de Karina, donde se le acusó a Orrego de fascista y pinochetista. Ni Karina era una Santa ni Claudio un demonio.

Los resultados de la llamada batalla de Santiago, fueron recibidos con humildad por el ganador, pero lamentablemente con soberbia por quien perdió. La candidata del Frente amplio redujo su derrota a que los malos tuvieron miedo y que le ganaron con los votos del rechazo. Lamentablemente, la campaña de la candidata del Frente amplio siguió después del Domingo el estilo Marvel.

La principal lección de este domingo, es que debemos dejar atrás ese Chile de historietas. Quienes crecimos escuchando la frase “Hay que extirpar el cáncer marxista” sabemos desde muy pequeños que ese abuelo de ojos azules con risa campesina nunca fue un salvador de la patria, que Santiago no es ciudad gótica, que se puede ser de izquierda como Alejandro Goic y votar por un Demócrata cristiano, que Nelson acosta nos devolvió el Mundial y que la política chilena es más compleja de lo que parece.

Profesor de Historia y Geografía de la Universidad del Bio Bio. nacido en la galaxia de Tomé. Ha trabajado de mesero, tripulante pesquero, catador de piures y postulante fallido de defensa central. Escribe poesía cuando está enamorado.

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