Rara vez uno asiste en vivo a un eclipse político. La penumbra se cierne, los contornos se distorsionan, y los aprendices de astrónomos creen, en su arrogancia, que pueden dominar el movimiento de los astros. Pero basta detenerse en lo que ha pasado esta semana -y en lo que venía fraguándose desde hace meses- para entender que algo se eclipsa y renace en el viejo mapa chileno. La Centro Izquierda, esa entelequia que tantos dieron por muerta, está mutando. O mejor dicho, está reconstruyendo una nueva versión de sí mismo bajo una luz distinta.

Abramos la caja de Pandora

La irrupción de Carolina Tohá, ahora respaldada por el PPD, su partido, el Partido Liberal, el Partido Radical y con puentes tendidos hacia la Democracia Cristiana, no es un accidente. Es un movimiento tectónico. Mientras el Partido Socialista se embarca -una vez más- en su propia tragicomedia interna (Vodanovic, empujando al PS hacia el abismo con la obstinación de quien repite una tragedia griega sin aprender el libreto), los otros actores del socialismo democrático entienden algo fundamental; El centro no puede seguir siendo rehén de las pulsiones adolescentes del Frente Amplio ni de la rigidez histórica del Partido Comunista.

¿Se acuerdan de cuando el PS era el ancla?

Hoy el PS no ancla nada, ni las expectativas de su base, ni las alianzas, ni la gobernabilidad. Como bien lo desnuda Daniel Matamala en su feroz diagnóstico en su columna de esta semana, el Partido Socialista está atrapado en un berrinche adolescente que oscila entre la auto humillación y el autoengaño. Y como bien señala Eugenio Tironi, no es nuevo, es el «síndrome socialista» de toda la vida. El mismo que los llevó a sabotear a Allende en su momento, el mismo que los ha condenado cíclicamente a la irrelevancia o la autodestrucción.

Lo que está en juego ahora -y esta es la tensión de fondo- es la posibilidad de que, si el PS persiste en su empeño suicida de llevar a Paulina Vodanovic como candidata a la primaria del socialismo democrático, terminen obligados, derrotados y humillados, a buscar refugio en la izquierda más dura. O, ¡será que esa es la verdadera intención?

Es la última curva antes del abismo

El PS se debate entre dos almas, una que todavía quiere pegarse al centro político, abrazar a Tohá, a la DC, al Partido Radical, al Partido Liberal; y otra que ve su futuro liderando una izquierda refundacional junto al Frente Amplio y el Partido Comunista.

Más claro, imposible. Y más trágico también. Si Vodanovic insiste, si no la bajan en el comité central de mañana, el PS corre el riesgo de sellar su destino en la “nueva izquierda” (sí, nueva izquierda, ¿les suena?) dejando el centro libre para un socialismo democrático renovado y con una nueva épica.

El movimiento de Carolina Tohá no es solo una candidatura presidencial, es la afirmación de un espacio. Una centroizquierda progresista, moderna y laica, que reivindica el crecimiento económico como instrumento de justicia social y que no está dispuesta a ceder el lenguaje del «cambio» ni a los libertarios ni a los nostálgicos del maximalismo ideológico.

Alberto Undurraga, pese a sus titubeos y a la interna convulsionada de la DC, también entiende la jugada. El «camino propio» no es viable, pero una convergencia hacia un centro redefinido junto al socialismo democrático sí lo es. No como una resurrección ingenua de la vieja Concertación, sino como una reinvención adaptada a los dilemas del siglo XXI.

Es, en rigor, un doble fenómeno

Por un lado, podría consolidarse una nueva izquierda integrada por el PS (si no rectifica), el Frente Amplio y el Partido Comunista, más homogénea ideológicamente, más radical en su diagnóstico sobre el «modelo», pero también más aislada de las sensibilidades moderadas del electorado chileno.

Por otro, emerge un centro redibujado, con identidad propia, capaz de disputar mayorías no desde el chantaje ideológico ni desde la tibieza, sino desde una propuesta clara de gobernabilidad y progreso.

Y he aquí la ironía suprema. El PS, que alguna vez fue la bisagra, podría terminar siendo un socio menor en una coalición de izquierda dura, mientras el PPD, el Partido Liberal, el Partido Radical, la DC y eventualmente otras fuerzas del socialismo democrático se reencuentran con una ciudadanía que no quiere ni revoluciones adolescentes ni restauraciones oligárquicas.

¿Les suena exagerado? Miren las encuestas

Tohá crece en las preferencias. Vodanovic, en cambio, naufraga en el 1% y se aferra a su candidatura como quien se aferra a un salvavidas de plomo. No es casualidad que los parlamentarios socialistas empiecen a temer por sus propios escaños. No es casualidad que el PS no logre convocar ni siquiera a sus propios ministros para un aniversario histórico.

Game over.

La partida está en curso. Y esta vez, la Centro Izquierda no se limita a administrar lo que queda. Se atreve a imaginar lo que viene.

Suban, si todavía creen que vale la pena mirar de frente lo que se está formando.

Fotógrafo y Comunicador Visual de formación, especializado en desarrollo web, neuroventas y marketing digital. Escribo artículos de opinión sobre política, libros y tecnología, temas que entrelazo desde una mirada crítica, curiosa y profundamente humana. Creo en el poder de las ideas para incomodar, inspirar y transformar.

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