«Cuando salgo a la calle, el sábado, descubro que hace un día muy soleado. Es el primer día con sol y sin mi madre. Lloro bajo las gafas. A lo largo del día lo haré muchas veces»

Así arranca el relato que da nombre a este libro casi autobiográfico de Pedro Almodóvar. Se trata de la muerte de su madre, que tras una agonía llena de recuerdos, se ha dormido. Es quiźas uno de los textos más cortos pero a la vez más intensos de este conjunto de relatos. Quizás sea también el más real entre los demás, cruzados por la fábula almodovariana.

A Pedro Almódovar, confiesa él mismo, le han pedido varias veces que escriba su autobiografía o que acceda a que otro la escriba, pero siempre se ha negado. Ante la insistencia y la complicidad de sus más cercanos, revisó una serie de escritos y fábulas que ha ido reuniendo al pasar los años. Los revisitó y se encontró con sus recuerdos, ingenuos algunos, vigentes otros. Le gustó esa experiencia personal y decidió mantenerlos como estaban, para publicarlos en este libro que es lo más parecido a una autobiografía que este creador nos pueda entregar.

Almodóvar es un provocador, no lo vamos a descubrir nosotros en eso, por tanto este es el recorrido por una serie de provocaciones. Se trata de un conjunto de ideas que pudieron ser el guión de una película que nunca fue o fragmentos de una que si llegó a las salas de cine.

Almodóvar siempre se sospechó escritor y eso lo estimuló a escribir, casi a escondidas, estas fábulas que, a la larga, se convierten en un espejo de su mente que ha sacudido a la cultura iberoamericana en las ultimas cuatro décadas.

Es muy desagradable para una chica ver que los caballeros con los que acabas de pasar un rato simpático se arrepientan de ello y prometan a Dios que no lo van a volver a hacer. Sin embargo, bastó que le rechazara para que volviera dos días después a decirme que no podía vivir sin mi. Que, ya que sus principios no le permitían ser mi amante, al menos necesitaba verme. La contemplación de mi belleza le bastaría. Había incluso trazado un plan. A sus dos hijos les habían suspendido Geografía, tenían que preparar los exámenes de septiembre.

Por qué no les das tú clases de Geografía? Así, al menos, podré verte. 

Pero yo no sé una palabra de Geografía -le dije.

El magnate volvió a su chalet muy triste. («Confesiones de una Sex Simbol», El último sueño, Pedro Almodóvar)

 

 

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