La Editorial Cuarto Propio, una de las más antiguas editoriales feministas de Chile, ha reeditado esta interesante novela de la escritora argentina, Elina Malamud. El texto aborda la historia de la familia de migrantes europeos, está inspirada, ciertamente, en la experiencia personal de la autora y sus seres queridos, pero es, lo recalca ella, una ficción.

La novela resulta ser, a la larga, un invocación de familiares desconocidos y un ejercicio para desentrañar el ethos de esa entidad colectiva a la que no podemos dejar de pertenecer y llamamos familia.

Con una carga importante de humor, para distender las tragedias y dificultades que el grupo familiar debe enfrentar en un largo periplo, que empieza en Rusia y termina en Argentina; la novela de Malamud resulta ser un relato que alude a los procesos de largo aliento, construido a partir de episodios particulares, curiosos y marcados por la fortuna.

Además de todo ello no es muy difícil adivinar las motivaciones de Cuarto Propio para incluir este título dentro de su colección. Las voces principales de este relato son femeninas, ellas sostienen la existencia familiar y actúan como vasos comunicantes entre diferentes generaciones. Haciendo primar el lazo familiar sobre lo accidental, el telón de fondo, que en este caso pueden ser barreras culturales e idiomáticas, persecuciones religiosas, territorios hostiles o guerras.

El Baile de la Abuela Muerta es una verdadera invocación a los antepasados, es la manera en que Elina Malamud los llama a hacerse presente, para algo que todos alguna vez en la vida hacemos, acudir a los mayores para encontrar nuestra esencia personal en clave colectiva.

Un buen día, de la manera más impensada, el tío Méndele vino a enterarse de que el mismo profeta Elías estaba chocho con sus excentricidades, sus bailoteos musicados y sus diletancias en el bosque. No está muy claro como fue porque, entre la destrucción que provocaron las guerras y la emigración, los detalles se fueron perdiendo, pero parece que el propio profeta, declinando el uso de su carro de fuego, que habría resultado espamentoso en una comarca tan humilde, se presentó colgado de la rama de un pino para interrumpir la siesta de Méndele se echaba en sus escapadas de verano. Allá arriba todos estamos muy complacidos contigo, le comentó, El Señor tu Dios, en su constante pensar, no se regocija solo con el conocimiento que su propio pueblo tenga de los textos revelados ni con su amor reverencial. Le basta con la fe simple, con la candidez ramplona y crédula de los que se conforman con lo poco que tienen y de todas formas confían en su sagrado nombre … terminó de decir, con una sonrisa que el tío Méndele, con todo respeto, no supo si encontrarle un tinte socarrón. (El Baile de la Abuela Muerta, Elina Malamud, Edotirla Cuarto Propio)

 

  

 

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