Se ha hecho mucho hincapié en la duración de la cuenta presidencial del Presidente Boric. Ante la sensación instalada en redes sociales que el Gobierno «hace poco» esta era una inigualable oportunidad para mostrar lo que se hace que, cómo se supone para cualquier administración, no es poco. Si en ello falló el cálculo del tiempo la verdad es que es un detalle bien poco menor, una anécdota.
El fondo, el tono, los contenidos, la estrategia política tras esta cuenta pública, es lo realmente importante.
Buen tono, matizado por «salidas de libreto» que relajaron el ambiente, sin perder con ello la solemnidad del momento. Buena cadencia del relato pese a lo extenso … énfasis bien manejados y claridad, las más de las veces coloquial y cercano, sin ser simplón.
En lo medular está, primero la idea de dejar claro que los enfoques en la gestión han cambiado y que cambiarán cada vez que sea necesario.
Pero, al mismo tiempo, fueron varios los guiños a las reformas estructurales contenidas en las bases programáticas que llevaron al Presidente a ser elegido de la forma abrumadora que fue electo hace más de una año atrás. Muchas de ellas marcadas por la consecución de recursos, que hoy no se tienen, que sólo serán posibles de gestionar con el concurso de la oposición. El presidente fue claro en este sentido, consiguiendo aplausos de los parlamentarios de la derecha presentes, hay disposición a transar para que los proyectos se modifiquen porque lo importante son las reformas que urgen a los chilenos, no las disputas pequeñas de los bandos en el Congreso.
Así las cosas la pelota está hoy en la cancha de la oposición si ella no flexibiliza posiciones deberán pagar el costo político de no acceder a realizar las reformas anheladas por las grandes mayorías
La estrategia parece simple y elemental, pero no lo es.
Es tan vieja como la política misma, incomodar a la oposición traspasándole los costos de sus decisiones políticas es tan antiguo como el hilo negro. Pero requiere de varios otros ingredientes para que sea una posición que entregue réditos al gobierno.Entre ellos mantener la persistencia del derrotero, comunicar sus avances y retrocesos, mantener el debate político en esta disyuntiva para que la opinión pública no pierda la claridad de las posiciones e interlocutores de la discusión, no agregar nuevos ingredientes que distorsionen la claridad y simpleza del escenario, en fin. Porque sino el mensaje se diluye, pierde simpleza y se complica la efectividad de la comunicación política.