Las últimas semanas han sido una travesía en aguas turbulentas para el PPD, como un navío en medio del océano. Nos hemos visto envueltos en una tormenta interminable, donde las olas insistentes nos exigen mantener el rumbo, a pesar de la poca visibilidad que nos impone el vendaval. El 3 de febrero, el partido ratificó de forma colectiva y con un respaldo del 94%, competir en una lista separada junto al Socialismo Democrático para las elecciones del Consejo Constitucional, con el anhelo de recuperar los votos de la centro-izquierda. Sin embargo, esta idea no dio frutos y el PPD se quedó sin representantes en el nuevo órgano redactor. Ahora enfrentamos el desafío de realizar una reflexión profunda en conjunto, para encarar los obstáculos que se avecinan.
De los años dorados a los desafíos actuales
Desde su fundación en 1987, el Partido por la Democracia desempeñó un papel fundamental en la promoción de legislaciones progresistas que desafiaran los legados sociopolíticos de la dictadura y con una amplia fuerza parlamentaria. Entre sus destacadas contribuciones, a juicio de este autor, se encuentra el proyecto de ley que despenalizó la homosexualidad en 1999, que marcó un hito significativo en la lucha por los derechos LGBTIQ+; la Ley N° 19.585, conocida como la «Ley de Filiación’’ que eliminó la discriminación y estigmatización sistemática hacia los hijos nacidos fuera del matrimonio y la ‘‘Ley de Divorcio’’ en 2004, que otorgó a las personas el derecho de disolver matrimonios que ya no eran viables.
Sin embargo, como un barco en alta mar que enfrenta las corrientes cambiantes, los tiempos han traído consigo transformaciones. En la actualidad, el PPD navega con una luz más tenue, contando con 9 representantes en la Cámara Baja y otros partidos políticos han emergido como imanes irresistibles para las nuevas generaciones pues han sabido interpretar en el momento adecuado las necesidades de nuestro país.
Como PPD debemos reflexionar y reconocer nuestras propias falencias. El partido, en sus inicios, surgió como una fuerza transformadora, pero en la última década, hemos optado por acomodarnos al sistema, convirtiéndonos en una bisagra en un panorama tumultuoso.
En el ámbito de las grandes políticas públicas, es inevitable ceder, pero como partido transformador, siempre debemos aspirar a más de lo que creemos posible, jugando estratégicamente para alcanzar objetivos comunes. La coherencia y la consecuencia son valoradas por la ciudadanía. De ahora en adelante, es crucial comprender que la moderación debe estar presente en el debate, pero nunca como punto de partida, ya que eso nos relegaría a ser un colectivo que busca cambios solo en la medida de lo posible, sin aspirar a transformaciones estructurales profundas. La responsabilidad política, que tanto nos importa como parte de nuestra identidad partidaria, debe ser manifestada en nuestras acciones con coherencia y no en convicciones a medias.
Tenemos una valiosa comunidad de 28.000 militantes y talentosos cuadros que no se desvanecerán de la noche a la mañana. Sin embargo, debemos ser conscientes de que nuestro discurso no caló en la ciudadanía, y tampoco estamos atrayendo a nuevas generaciones donde puedan formarse líderes emergentes. Incluso yo, con tan solo 24 años, me encuentro entre un reducido grupo de renovación que el PPD posee, pero que tampoco ha logrado canalizar de manera efectiva a través de una formación política más profunda.
El panorama nos susurra al oído la oportunidad de evolucionar junto a otras fuerzas progresistas que compartan un norte común. El Partido Radical, por ejemplo, representa un pilar en nuestra historia republicana y mantenemos más afinidades que diferencias, mientras que el Partido Liberal, con quienes incluso convivimos en la misma sede, cuenta con líderes emergentes cuyas ideas también son afines a la socialdemocracia.
Todos estos factores deben ser considerados en los próximos meses, y es crucial establecer un trabajo conectado y constante con nuestras bases. En un país tan desigual como Chile, donde las personas de Vitacura no tienen contacto con las de La Pintana, las universidades y los partidos políticos se convierten en los nuevos espacios de discusión. Por lo que es fundamental fortalecer los lazos territoriales y fomentar los debates que permitan alcanzar viabilidad política y una toma de decisiones más horizontal.
El PPD ha dejado una huella significativa en la historia política reciente, pero ahora enfrenta la tarea de adaptarse y renovarse para seguir siendo una fuerza transformadora y socialdemócrata. Con una visión estratégica, la búsqueda de la unidad y una apertura hacia el futuro, nuestra fuerza colectiva puede seguir siendo un actor clave en la construcción de un país más justo, equitativo y democrático.
Martín Rosales
Secretario regional JPPD