Hace algunos años atrás, el ex Ministro de Industria de España Miguel Sebastián, daba una batalla simbólica en el congreso de los Diputados por el uso de la corbata. ¿La razón?

Frente a los graves problemas del cambio climático y una crisis económica de proporciones globales, todas y todos debían contribuir, colocando la programación del aire acondicionado de oficinas públicas en 24 grados, y si eso significaba dejar de usar corbata. De esa manera se generaba un ahorro energético para todo el país. La discusión fue álgida en instituciones de tradiciones muy arraigadas y profundas, sobre todo en el mismo sector político. El entonces Ministro Sebastián dejó un punto instalado.

Nuestro presidente Boric inauguró un estilo parecido, no usar corbata, pero por razones diferentes. Todo parece indicar que la corbata connota un accesorio conservador, de políticos añejos que van de salida, mientras que él y otros de su generación van gobernar “sin corbata” como símbolo de un cambio generacional y de promesa de cambio transformador. Un símbolo cargado de soberbia que duró hasta el 4 de Septiembre.

La corbata como símbolo de lo que se dejó atrás frente a lo nuevo, esta hoy en entre dicho. Algunos en el gabinete la usan, no sé si por conservar un punto político o por pura astucia. Porque luego de la derrota que hemos sufrido ante el rechazo, la corbata está de vuelta y mas vigente que nunca.

Pues han tenido que ir a buscar a quienes las llevan sin miedo y sin vergüenza. Como se dice por allí: “la moda siempre vuelve”. Sobre todo si de fondo no hay un sustento poderoso como el del ex ministro español, sino que un gesto para contentar algunas y algunos que miran la realidad desde las pantallas de sus smartphone en algún lugar acomodado de la capital.

Una crisis económica y política global, que por muy detrás de los Andes que estemos, nos toca de igual forma. Hemos vuelto a descubrir con crudeza que Chile no es algo insólito en el mundo, somos parte de un enorme engranaje que produce y se reproduce, y las pequeñeces para ganar likes no han servido para enfrentar la realidad de un país que demanda menos formas y más fondos.

El voto obligatorio aterrizó las expectativas. Nos ha mostrado que hay una mayoría que no se contenta con simbolismos, pues estamos en la sociedad de lo concreto, lo inmediato, y lo virtual todo al mismo tiempo. No es momento, hasta ahora, de las causas grupales e identitarias, ahora es tiempo de grandes obras que calmen la bravura de un pueblo que siente y percibe que sigue atrapado en la injusticia y las deudas, pero que las soluciones no vendrán de discursos pomposos y caramelizados de renovación. La gente desea vivir mejor, ganarse su plata y que le dejen en paz. No quieren que le regalen, pero que si se tendrán que sacar la cresta trabajando, entonces no vean amenazado su esfuerzo por la incertidumbre.

Construir sólidos, dar certezas es la tarea fundamental que nos desafía. El presidente, nuestro presidente, tiene todavía tiempo y espacio para desplegar una política que le garantice al país salir de estas crisis y retomar el camino del desarrollo, un desarrollo que llegue al bolsillo de las personas y no destruya la naturaleza que nos queda.

El adversario no es la corbata, es un populismo que crece día a día con la ilusión de ser más rápido, mejor y concreto a la hora de resolver los problemas como la salud y la seguridad, pero que claramente esconden en sus soluciones la construcción de un Estado mínimo y la reducción de los ciudadanos a consumidores que sólo participan de la esfera pública como una compra digital.

Sacudirnos de la derrota y tomar posición frente a una derecha retrograda que aprovechando una ventaja momentánea, quiere echar por tierra décadas de avances, en libertades para mujeres, niñas, niños y jóvenes que desean un mundo tolerante y que respete su diversidad.

No es malo reconocer, es parte del aprendizaje. Da igual quien usa o no corbata. Lo que importa son los objetivos que nos hemos propuesto para mejorar la vida de aquellos que menos tienen y de una gran clase media que debe sentirse segura, que sus avances serán defendidos.

Nos volveremos a medir en las urnas, y la historia juzgará el día que se pase la posta y veamos quién sigue construyendo el camino.

Sociólogo, Máster en Medio Ambiente: Dimensiones Humanas y Socioeconómicas.Fundación Imagina Tarapacá

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