Hace unos días, muy suelto de cuerpo, el escritor Joaquín Hameau me dice: tengo más de 15 novelas escritas, listas, terminadas y revisadas, unas siete.  Y luego agrega, ya tengo la segunda parte de Los Tres Jueces, con otro caso para la dupla de «investigadores» que componen Sebastían Caram y Pablo Brazzale. ¿Es el inicio de una saga entonces? pregunto … mueve la cabeza .. así parece, responde.

Joaquín Hameau (36), es un Ingeniero Comercial nacido en Viña del Mar que publicó su primera novela, La Búsqueda, en 2017, mientras estudiaba un MBA en Madrid. Según el mismo confiesa este debut literario tuvo un carácter experimental, tanto en cuanto a la trama como en la incursión en el mundo editorial. Con todo, el saldo es positivo, pudo publicar e incursionar en el medio español, recibió críticas y reconocimientos, fue un buen bautizo.

Pero eso ya es parte del pasado y, aunque el tiempo transcurrido es muy breve, La Búsqueda y su relato adolescente es parte de un registro diferente al que Hameau opta en Los Tres Jueces.

Porque en este relato se aboca a desarrollar un thriller que, con vértigo e intensidad, recorre el Chile pre estallido social, por lo que es posible dilucidar en la trama señales que dan cuenta de un país inmerso en la tensión social y política.

Caram y Brazalle, millonario aburrido el primero, escritor exitoso el segundo; es la dupla de «investigadores» que, en el curso de la novela. desarrollan una complicidad que genera una fórmula exitosa para desentrañar una compleja trama de corrupción, tráfico de influencias, imposturas e intrigas.

Hameau consigue dar con el registro de una novela negra, hay velocidad, tensión, ansiedad y giros narrativos inesperados. Los seguidores de este género no serán defraudados y, aunque el tono del relato es neutro, exento de chilenismos, es fácil reconocernos en los personajes, las locaciones y los hechos.

 

– ¿Tú tienes muchas reglas? – preguntó Manuel. Él había permanecido dentro del auto, vigilante, mientras el cubano realizaba el trabajo.

– No, porque si no, no las cumples. Para que resulte deben ser pocas. Diría que no más de diez … Si, no más de diez. Piensa que Dios le dio a Moisés solo diez mandamientos, cuando podrían haber sido doce o quince. 

– No lo había pensado. Bueno, dime tus diez reglas. 

–  No te puedo decir todas mis reglas, chico, porque te haría un mal. Las reglas te las tienes que inventar tu mismo, en base a tu experiencia. 

– Pero dime alguna.

El cubano dio una chupada a su habano, viendo las luces de los vehículos que venían por la vía contraria, con una mano en el manubrio.

– Matar siempre de noche, porque es más fácil moverse y más difícil que te vean. Además, la gente anda más cansada y, por ende, está menos atenta. También porque es más difícil que alguien te reconozca. La vez que maté de día, porque no tenía otra opción, casi me matan a mí.

– Otra regla. Si tienes un trabajo fuera de Sevilla, o de la ciudad en que estés viviendo, no mates a más de dos personas. Tu trabajo debe ser de entrada y salida. Llegas, matas y te vas. En cuatro días deberías estar fuera. Así nadie se acordará de ti, ni hará preguntas. Y en ciudades pequeñas, o pueblos, menos de veinticuatro horas, porque es más fácil llamar la atención.  

 

 

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