20 horas no es nada
Es parte de la armonización de intereses contrapuestos
Finalmente, la Convención Constitucional eligió nueva directiva luego de más de 20 horas de negociación. Se ha elegido a la Dra. María Elisa Quinteros, académica. La felicito desde el primer momento. Sin embargo, la presente columna es para analizar al menos dos miradas sobre el proceso de elección de la convención que dio para un amplio debate desde diferentes perspectivas en las redes sociales.
El primer debate ha sido extrapolar la situación vivida en la elección de la presidencia de la convención constitucional con el quehacer futuro del gobierno de Gabriel Boric, y también algunos han querido aprovechar de sostener su opinión contra el parlamentarismo que podría discutirse como opción en la nueva constitución. Ambas cuestiones en mi opinión son una exageración y al parecer desconocen los procesos de negociación de diversos gobiernos y organizaciones en el mundo.
Estamos asistiendo, como se ha dicho por innumerables personas, a un cambio, a una transformación de las formas de organización política en el país. No es que cambie la lucha por el poder, eso sigue intacto, más que nunca. Sino que enfrentamos un nuevo proceso, diferente, (ni bueno, ni malo) de cómo se realizaban las negociaciones políticas con anterioridad.
Por supuesto que influyen elementos como la iniciación en estás ligas por parte de muchas personas, y que las negociaciones y entresijos del poder ponen de manifiesto la naturaleza humana.
Si pensamos en los países europeos o en las organizaciones internacionales multilaterales esto es absolutamente normal. Llegar a acuerdos requieren mucho tiempo y negociación. En otras palabras, 20 horas no es nada. Es parte de la armonización de intereses contrapuestos.
Hubo mucha frase, incluso memes con aquellos parlamentarios de larga trayectoria como Zaldívar o Montes, “ellos ya habrían tenido todo cocinando desde antes” tuiteaban. Pero claro, responde eso a otro momento de la historia, otro sistema electoral y otra cultura sobre la percepción del poder y el deber ser.
La gente debe comprender que esto es un proceso de transformación, aprendizaje y readaptación del sistema. Más que añorar el pasado, deben colocar su energía en evolucionar rápidamente porque de lo contrario quedarán extintos como dinosaurios en un nuevo mundo.
La extrapolación exagerada de algunos se puede leer en dos claves: primero una falta de rigor intelectual reaccionando desesperadamente a hechos que requieren maduración. Segundo, una mala intención de sembrar una vez más cierta desconfianza y no comprender el fenómeno sociopolítico por el que estamos atravesando.
La segunda mirada de esto es la percepción ciudadana. Porque los discursos interesados y amplificados por los medios de comunicación de masas son capaces de instalar en la población general la idea de que lo de la convención no es más que un desorden. Esto es claramente un problema para todas las fuerzas del apruebo. Porque vivimos más que nunca en la inmediatez y los símbolos, en la emoción. La tarea fundamental de aquí en adelante es quebrar esa lógica de que todo debe ser exprés y que las cosas deben organizarse en un tuit.
Las personas no lograban conocer la realidad de las negociaciones y las intenciones detrás del acuerdo de la nueva presidenta de la convención. Cuando veíamos la televisión y escuchábamos a los periodistas, ni ellos lograban explicar en profundidad lo que ocurría allí dentro y sólo se remitían a describir lo que todos ya conocíamos por las redes sociales antes que ellos emitieran comunicado.
Tampoco debemos alarmarnos. Aquella noche tres de los canales más vistos del país estaban transmitiendo teleseries y sólo la RED estaba comentando el momento de la disputa de la presidencia de la convención.
Los analistas más perdidos que los periodistas que reportaban, intentaban dar explicación sin información de calidad. Por ello, es que me permito sugerir a la Convención que la tarea más importante será comunicar inteligentemente que esto ha sido algo muy normal y que es parte de los cambios que estaremos viviendo como país de aquí en adelante.
Luego de tener una nueva constitución vendrán años de adaptación y todo ese proceso será parte del nuevo momento histórico que viviremos todas y todos. Cuesta comprender cuando vemos, pensamos y actuamos en caliente, pero la verdad es que nada de lo que ocurre es ninguna catástrofe.