El 20% que obtuvo el rechazo en el plebiscito constitucional reflejó, en números, cuánto pesa la derecha-derecha chilena. Porque, todos coinciden en eso, hubo sectores pro derecha que también apoyaron el apruebo en ese mismo proceso electoral. ¿Cuánto? No lo sabemos, pero de que es así, es así.
En esta elección presidencial esa derecha, dura y blanda, está repartiendo sus preferencias en las candidaturas de Sichel y Kast. Lo que ocurra esa disputa interna dependerá mucho no sólo de quien tenga más liderazgo sino también de si el votante de derecha siente que el suyo es un voto útil o, sólo, testimonial.
Pero ha ocurrido un hecho singular durante las últimas jornadas que golpeó ese sector de manera que aún no es posible medir. Esto es la confirmación, con nuevos antecedentes, que el Presidente Piñera habría hecho uso de su cargo, tomando medidas en un sentido y no en otro, para favorecer un negocio familiar.
A meses de la elección tales revelaciones parecieran ser «la gota que rebalsó el vaso», no sólo en los sectores más moderados de la centro izquierda, que están patrocinando una Acusación Constitucional junto a toda la oposición, en contra del Presidente de la República; decimos no sólo ahí porque, en distintos tonos, personeros de la derecha han criticado y validado las sospechas frente a la probidad del mandatario. Tanto así que algunos parlamentarios del sector, blandos y duros, no se cierran a la discusión del mérito de tal acusación que puede terminar en la destitución de Piñera.
A sotto voce se habla de salvar la derecha y dejar a su suerte al Presidente.
Es evidente que una discusión de esta naturaleza, en medio de la elección parlamentaria y presidencial, amenaza la electividad de todo el elenco de candidatos y candidatas derechistas al parlamento. Distanciarse del Presidente parece ser una medida poco decorosa pero de mucha utilidad.
Los pocos días que quedan hay que observar con mirada aguda a los actores y sus relatos, para ver el guión que construyen… y ver si logran o no salir de su laberinto
