En 1989 se conmemoraban los 200 años de la Revolución Francesa, que se «inició» con la toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789. En la oportunidad la prensa del mundo dio cuenta de visiones dispares, mucho debate, harto libro de historia de buena factura, souvenirs para quienes asistieron a ese 14 de julio del Bicentenario bajo la torre Eiffel, en fin. Bastante recuerdo pero ¿uniformidad de pareceres? ¿Lecturas compartidas del proceso y su impacto? Para nada.
En otro ejercicio si Uds. entrevistan a los americanos por el origen, desarrollo y consecuencias de la Guerra de Vietnam, tampoco encontrarán una sola palabra, sino más bien juicios que nacen de convicciones contradictorias.
Y es que los procesos históricos que producen una grieta en el acontecer, que remecen cierta inercia de los hechos, nunca son objeto de lecturas únicas… porque tampoco la realidad, la coyuntura, el presente, tiene lecturas únicas.
Entonces, de la Revolución Francesa, de la Guerra de Vietnam, la Revolución Cubana o la Mexicana, en fin siempre encontraremos relatos diferentes, la historia no es objetiva y, tal como en el presente, lo que tenemos que hacer es acercarnos a la interpretación que más conecte con nuestros valores y la forma de ver el mundo.
Así pasará con el 18 de octubre que, ya a dos años de antigüedad, deja ver que no tendremos una sola apreciación de su significado.
Si para la Revolución Francesa en su bicentenario en 1989 la prensa de derecha y conservadora no hizo sino resaltar el terror del proceso, la inestabilidad política que originó, el «desorden», los cesarismos, la guillotina, en fin. Los 18 de octubre del futuro serán señalados, por ese mismo sector político, como sinónimo de estaciones de metro incendiadas, semáforos rotos, adoquines volando, comercio destruido e infraestructura urbana vandalizada.
En cambio, para quienes somos partidarios de los cambios, que defendemos la libertad y los derechos humanos el recuerdo y la conmemoración tendrá otro cariz.
Siguiendo la misma analogía, si para la Revolución Francesa valoramos el avance del laicismo en las instituciones públicas, la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano o la formación de la Asamblea Nacional,como progreso en la constitución de Gobiernos democráticos; para los futuros 18 de octubre recordaremos, sin duda, el inicio de la primera Constitución Política generada democráticamente, el fin del modelo de desarrollo impuesto por la Dictadura y la configuración de nuevas formas de hacer política, con otras instituciones de representación y cambio en la naturaleza de los partidos o fuerzas políticas.
Contamos la historia desde nuestras convicciones, aquello no tiene nada de trágico ni malévolo.
Hasta ahora los extremos nos han querido hacer creer que una versión de los hechos es la negación de los otros, pero es posible dar cuenta de la diversidad de visiones, lecturas y versiones de la historia.
Allá con los que usen el miedo y levanten la bandera de la violencia para amenazar los avances democráticos, que desde acá, los que creemos en la libertad, valoraremos mucho más los espacios de desarrollo institucional, cultural y social que logramos, más que el miedo o la incertidumbre que en algún momento pudimos sentir.