Lo ocurrido en las últimas jornadas al interior del PPD es un verdadero terremoto. Porque, básicamente, se está dibujado un nuevo escenario político, con una configuración de relatos que rompen la estructura discursiva usada en las últimas décadas.
El episodio en torno al apoyo a una eventual candidatura del Ex Ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, podría marcar un antes y después en el devenir interno y externo del partido.
Lo primero que hay que precisar es que esta es una discusión central. Una pugna en torno al otrora mano derecha de la Presidenta Bachelet no es una cuestión baladí y como cualquier otra. No, Peñailillo nace del ADN del PPD de la transición, un político que se hizo al interior del PPD, que generó una tendencia propia, que se hizo de un lugar en la historia partidaria.
Se entenderá, entonces, que el rechazo a su postulación por parte de la nueva directiva de ese partido es un quiebre, un punto de inflexión, un esfuerzo por hacer un giro en la inercia del relato PPD.
El nuevo escenario releva el perfil de la directiva recién electa. Formada en su gran mayoría por militantes que no fundaron el partido, que no son tributarios de los diagnósticos que sus mayores hicieron, a partir de sus experiencias partidarias anteriores; y que, por tanto, tienen menos temor a la hora de innovar y romper esquemas.
La nueva mesa debiera sentir, y creo que muchos lo sienten así, que no tienen nada que perder y mucho que ganar. La precariedad política, la debilidad institucional y el cuestionamiento ético que marcan las actuales circunstancias del PPD no podrían ser peores. Tratar de hacer lo correcto, pareciera ser un mínimo, pero no lo es para la historia reciente del partido. Lo cierto es que hacer lo correcto hoy es un verdadero gesto de audacia, bienvenida la audacia.
Por último, la perplejidad y defensa que los cuadros dirigentes en retirada hicieron del Ex Ministro, pone de un lado a los mismos que en las últimas décadas parecían en lotes antagónicos; la verdad es que esa diferenciación no era tal, hoy quedó de manifiesto su verdadero rostro: a la hora de imponer cautela y evitar los cambios todos usan el mismo lenguaje.