Estos días circuló un video donde Suda, un elefante en cautiverio en Tailandia, pinta auto retratos y hasta copias de obras famosas. Suda pertenece a una larga «tradición» de elefantes pintores que son panorama obligado para los turistas que visitan el país. Pero Suda, no pinta, no copia, tampoco es que sea un genio en su especie. Simplemente es uno de los miles de elefantes maltratado en Tailandia que, debido a la prohibición de ser usados para el transporte de maderas en la selva, fueron ocupados en este oficio «artístico» ya tradicional por esos lados.
Tras un largo, tedioso y duro entrenamiento Suda aprendió a mover el pincel de la forma y en la dirección que su entrenador, a su lado, le indica con tirones en sus grandes orejas. Que desilusión, dirán algunos, que espantoso más bien.
Comento esta noticia porque me llamó la atención, inicialmente, esto de los animales con cualidades/habilidades propias de los humanos, eso siempre me descoloca. Pero, ahora, me llama la atención que los videos de Suda hayan circulado así de fácil por nuestros noticieros y redes, sin juicio crítico y la menor investigación, cuestión bien simple y que no lleva más de 10 min.
Esto de animales con características humanas, con «destrezas» y capacidades propias de nuestra especie, me mueve toda estantería y quizás sea porque mi estructura mental, sospecho que la de muchos y muchas también, está afianzada en el ellos y nosotros. ¿Será a la vez una expresión de conciencia? ¿Una especie de rebeldía a lo establecido? No lo sé, pero lo cierto es que desde la primera escena del la saga de películas sobre «El Planeta de los Simios» (que se remontan a la década del 60) y luego otra peli sobre unos chimpancés que aprendían a comunicarse por medio del lenguaje de señas, es que soy muy sensible a estos relatos.
Por eso esperaba, en mi fuero interno, que Suda fuera pintor, que actuara con sensibilidad y no por miedo frente a la tela. Porque desde pequeño abrigo la esperanza que los animales se parezcan a nosotros. Estoy consciente que soy mezquino e iluso, hasta tonto, no porque eso no sea posible, sino porque no tienen que parecerse a nosotros para que los tratemos con respeto.
Suda debiera estar en la selva y no haber sido nunca separado de los suyos, debió vivir como elefante, punto.