Después del triunfo, todos los candidatos y candidatas tienen más votos de los que obtuvieron la noche de la victoria. También poseen un aura (campo energético de radiación luminosa multicolor que se expresaba en círculos amarillos en la cabeza de las imágenes sagradas) que los convierte, a ellos y su entorno, en seres asertivos, simpáticos y empáticos. Líderes a carta cabal.

Por eso lo de estos días con Boric y Sichel es un torbellino de semblanzas propias de un proceso de canonización, chistes, entrevistas al núcleo familiar (que no siempre está preparado para ello), mascotas con 15 minutos de fama, en fin. Un festival de loas y aplausos, merecidos, porque ganaron.

También es el momento en que los perdedores desaparecen, como si hubieran muerto (aunque los que hemos perdido elecciones sabemos que no se muere en eso). Si hay alguna mención a ellos es de parte de sus viudos y viudas, o de ciudadanos benevolentes que comentan lo buena persona que eran los derrotados, tan buenas personas como todos los muertos.

Por otro lado es el momento incorrecto para criticar a los ganadores. Válgame Dios! Si ganaron pues y estos seres de luz son impolutos, … hasta que dejen de serlo. No hay nada menos imperecedero que la fama política.

Habrá que sortear el vértigo de la victoria en estas horas. Dicen que este viernes 23 de julio habrá novedades desde Vallenar. Entonces la conversación dará un giro y los espumantes que no fueron descorchados estos días volverán a ser refrigerados para otra oportunidad.

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