Quizás si una de las mejores escenas de El Secreto de sus Ojos (Oscar a mejor película extranjera 2009) sea aquella en donde el personaje de Francella le explica al interpretado por Darín que la búsqueda del asesino que persiguen debe concentrarse en su pasión: el fútbol.

El filme está basado en una novela de Eduardo Sacheri, “La pregunta de sus Ojos”, quien además es coguionista de la cinta premiada por la Academia.

La última novela de Sacheri, “El funcionamiento general del Mundo”, publicada por Alfaguara el mes pasado y ya disponible en librerías nacionales, no puede sino traer a la memoria la escena descrita, pero en clave de relato adolescente.

Federico Benítez, recientemente separado, hace un inesperado viaje a la Patagonia con sus hijos preadolescentes Joel y Candela. En tono de road movie el relato describe los conflictos familiares propios de una separación reciente, muchos silencios, suposiciones, sospechas, enojo. A la par, entre discusiones y recriminaciones, Federico relata a sus hijos un episodio que lo marcó en la adolescencia: su participación en el Primer Torneo Interdivisional de Fútbol del Colegio Nacional Normal Superior Arturo Del Manso, jugado en 1983.

Este padre, que tiene todo pendiente con su proceso de separación, hijos incluidos, obliga a estos últimos a emprender la aventura con muy poca racionalidad, llevándolos al fin del mundo. Todo es improvisado e imprevisto, un viaje que permite posta a posta conocer los miedos, angustias y sueños de cada personaje.

El atribulado Federico viaja para rendir un postrer homenaje a una profesora de secundaria: Marta Muzoppapa. En su desesperación arrastra, literalmente, con todo. Es la búsqueda de lo esencial, como para aferrarse de esos hechos que te marcan para siempre, para encontrar un nuevo significado a su vida, para evadir el fracaso sentimental, …para volver a sentirse bien consigo mismo.

De fondo: la pasión por el fútbol, y el recuerdo de una Argentina derrotada en Malvinas, que cambiaba de piel con la llegada de las elecciones y la democracia.

Sacheri nos cuenta una road movie y lo hace bien. Sentimos el frío, el vértigo de lo inesperado, la tentación de terminar con el viaje, de mandar todo al infierno …. Pero también nos damos cuenta de que aquello es imposible, que no podemos bajarnos de ese auto, sino sólo mirar la carretera, sortear accidentes, baches y desvíos… todo por la promesa que conlleva un final del camino.

– Me gusta tu idea Benítez
– ¿Cuál idea, profe?
–  Esa: que jugar es como entender el funcionamiento general del mundo

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